Este photowalk iba a ser de esos en que sería más importante saber mirar que la pericia técnica porque, aunque estamos rodeados de geometría, apenas le prestamos atención. Además, el recorrido era muy urbano, por unas callejas del centro de Sevilla donde ya nos habíamos asegurado que hubiese suficientes elementos arquitectónicos para cumplir con el tema que eligió el grupo de Photowalk_Sevilla en Telegram. Además, a mitad del recorrido pasaríamos por la plaza de la Encarnación, las setas de Sevilla, que es un espacio estupendo para buscar formas geométricas y terminaríamos en parte de la Alameda, entre esculturas. Así que, aunque el recorrido era breve, contábamos con suficientes elementos a lo largo del mismo como para contentar a todos los asistentes.
En la charla inicial comenté la importancia de cambiar el ángulo, de buscar otras perspectivas a los objetos de siempre, de mirar lo mismo de otra forma porque estamos acostumbrados a ignorar todo objeto que consideramos cotidiano, usado, invisible. Y parece que funcionó porque algunas personas no hicieron las fotos habituales a los ornamentos de las ciudades y buscaron ángulos más atrevidos e, incluso, inverosímiles. Durante el recorrido fui hablando con varias personas de lo difícil de revisar lo cotidiano mientras tratábamos de buscar formas geométricas escondidas en papeleras, cuadros de luz y carritos de supermercado volcados. Todo vale cuando intentas aprovechar lo que te da el entorno.
Pasar por las setas, por la Plaza de la Encarnación, fue un acierto porque hasta las barandillas de las escaleras forman figuras geómetricas y, con un buen ángulo puedes tener en el mismo encuadre, la barandilla, las escaleras y una parte del techo, que es pura geometría. Coincidimos en la parte superior de la estructura con un campeona de ajedrez y fue muy divertido ver cómo cada uno intentaba aprovechar el tablero para hacer su propia versión de cuadrados, rombos y patrones de dameros.
Al terminar el recorrido en la parte sur de la Alameda de Hércules ocurrió algo insólito hasta el momento: hubo un conato de motín (con cariño) de los asistentes porque les parecía muy corto. Así que continuamos caminando y haciendo fotos hasta la parte más cercana al río, donde nos rendimos a la tradicional cerveza en el tercer tiempo del photowalk.
